En ese andén ya no se detendrá el tren que esperaba. Y ahora, quizás no llegue la persona que deseaba ver. Pero ella está allí, en una de las vías, con su paraguas azul y blanco. No pierde la esperanza de que la vieja locomotora resista y llegue un vagón con la respuesta a sus anhelos. Ni la mayor de las tempestades la moverá de ese andén. Piensa que quien espera y tiene paciencia, obtiene su recompensa. Entre las aguas, entre las vías, su corazón late vivo. Puede que lleve razón.
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