lunes, 1 de diciembre de 2008

el momento de...



Porque ahora ya había llegado el momento de. De pisar charcos y empaparse hasta llegar nadando a casa. De salir de día y volver sin notar la diferencia. De beber hasta olvidar pero sin olvidar (se). De no saber de dónde venían pero querer descubrir hasta dónde podían llegar. De mirar hacia arriba y ver eso que sólo unos pocos pueden entender. De esperar (te) mientras llegas con una mirada de complicidad que delate hasta el pecado más prohibido que se ha llegado a cometer. De serlo todo sin haber tenido nada aún. De empezar por el final y ser la regla que no confirme la excepción. De llegar sin acabar de irse nunca. De querer. De ser. De estar. De permanecer. De querer ser estando permanentemente. De creer en para poder vivir cómo. De no saber muy bien hacia dónde ir. Ni con quién ir. Pero de no importar (nos) mucho siempre que sea hacia delante. De vivir sin aire pero respirando vida. De viajar por el mundo y darse cuenta de que hay lugares que no se acaban nunca. De poner la vida en punto muerto y dejarse llevar cuesta arriba. De tú y ella. De tú y él. De nosotras. De vosotras. De ellos. De querer verte enamorada. Y de querer estarlo. De no encontrar el norte pero sí el punto cardinal que consiga hacer (nos) cosquillas en la punta de las uñas. De que tú no escondas tu pasado. De que ella no planee su futuro. De que llegue el momento de compartir el presente. Y de que lo único que importe sea eso.

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